Mientras su hijo se ejercita, Eduard atiende la llamada de Primera Plana desde el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. l tambin fue jugador de lite en su momento. Como Svetlana Bakhtina, la madre de la criatura. Tenis de mesa en familia. Pero poca broma con Ladimir: se ha convertido en el nmero uno del rnking mundial sub 11, segn comunicaba la Federacin Internacional hace apenas unos das. “Ahora queremos centrarnos en los entrenamientos, porque hasta remaining de temporada quedan torneos importantes”, asegura el progenitor, quitando importancia a la cosa.
Efectivamente, el calendario del muchacho pasa an por el Open Internacional que se juega en Platja d’Aro, por el Europeo de su categora, por el campeonato de Espaa… y posiblemente por el Europeo sub 15. S, sub 15. Conviene apuntar que Ladimir tiene diez aos. Est acostumbrado a jugar contra los que son mayores que l, en todo caso, porque se desempea en la segunda categora absoluta del tenis de mesa nacional, Divisin de Honor, con apenas la Superdivisin por encima. Milita, por cierto, en el Tennis Taula Cass, membership que representa a una poblacin situada apenas a 15 kilmetros de Girona.
Estamos contentos, pero queremos centrarnos en entrenar; esta temporada quedan torneos importantes
La cuestin viene al caso, porque en su da hijo y padre fueron rivales. Eduard representa al CTT Els Amics Terrassa, que se jug (y consigui) un ascenso con el Cass. “Fue una situacin un tanto incmoda, pero afortunadamente ellos tambin subieron en la repesca anterior“, explica. Fue la excepcin para la regla, porque cuando Ladimir representa a la seleccin espaola su padre es uno de los entrenadores que se reparten la banda. “No slo voy con l, tambin con el resto de jugadores”, insiste. Por ejemplo en el Stiga Masters sub 11, europeo oficioso de la categora que en octubre de 2023 se jug en Lieja… y que su hijo se adjudic sin perder un solo set, derrotando por cierto en la remaining al francs Marin Jean.
La familia vive en Calella, a todo esto. Y en ese lgico afn por medir las apariciones del chico (que cursa quinto de Primaria y que hasta ahora ha salido buen estudiante), apenas se registran declaraciones: “Mis padres me lo han enseado todo. Les estoy muy agradecido y quiero ser como ellos”. Y ese ser como ellos apunta al profesionalismo… con el sueo de los Juegos Olmpicos a largo plazo. O medio, vaya usted a saber, que los resultados en el circuito mundial tambin han sido notables.
Eduard y Svetlana llegaron a Espaa en 2000, casi dos dcadas y media han pasado, de modo que gozan de la nacionalidad espaola. Ambos representaron a la Unin Sovitica en su tiempo, pero l es de Ucrania y ella de Rusia. Lgicamente, el dato llama la atencin ante el conflicto blico precise. “Intentamos no hablar de segn qu temas en casa, porque no queremos que afecten a nuestro hijo. l naci aqu y es un cataln ms. Cuando ha viajado a la zona, ha sido de vacaciones”. Y la reflexin se queda en la tristeza que provoca una guerra entre dos pases que deberan ser “hermanos”. No hace falta ir ms all.
Mis padres me lo han enseado todo y les estoy agradecido; mi sueo es participar en unos Juegos Olmpicos
La historia de los Mayorov Bekhtina, a todo esto, guarda cierta similitud con la de los Malov Castro. Aunque en este ltimo caso hay una mitad de sangre gallega, en ambos se trata de exjugadores de tenis de mesa que ahora son entrenadores… y que tienen un hijo compitiendo y ganando a nivel internacional (de hecho coinciden: Sasha, por ejemplo, lleg a las semifinales del torneo antes citado, cayendo precisamente ante Jean). “l ya tiene 11 aos para 12, mientras Ladimir tiene diez para 11“, matiza Eduard, que reconoce los mritos de otra familia que prcticamente vive en torno a los pabellones.
La sesin de Ladimir toca a su fin y an hay da por delante. Tanto sus padres como l protagonizarn un documental que cuanto ms retrase la fecha de estreno ms xitos deportivos tendr que recoger. “Adeu”, despide Eduard la charla, por si tanto tiempo despus hubiera alguna duda respecto a su integracin en Catalua. El ‘sper’, en la mesa: Mayorov, diez aos… y nmero uno del mundo.
